Para no olvidar; para recordar, o como lo dejó pasmado el escritor uruguayo Eduardo Galeano, para “volver a pasar por el corazón”. Recordar es un privilegio que tenemos los seres humanos; asimismo, hacer memoria es una tarea indispensable para recordar y dar sentido a la realidad.
La defensa de los derechos humanos es una acción humanista y una decisión de vida. Está relacionada con el sentido de la solidaridad, la generosidad, la compasión, la preocupación para que otros y otras alcancen los niveles de igualdad, paz y justicia social necesarios para alcanzar eso que llamamos la dignidad humana.
Quienes toman este camino asumen grandes riesgos, pero es tal su convicción y valentía que lo hacen a pesar del miedo. Muchos han perdido la vida en este trasegar. Fueron y siguen siendo asesinados por querer llevar a cabo acciones que buscan devolver la dignidad humana arrebatada por la política de la muerte.
No obstante, hay quienes se resisten a olvidarles. Son sus hijos e hijas, abuelas, hermanos, madres, padres, amigos; tejidos humanos y comunitarios que se rehúsan al olvido y optan por el camino de la memoria colectiva como herramienta para mantener vivo el recuerdo, pero, sobre todo, para compartir y encontrar de manera conjunta el sentido a los hechos que configuraron la violencia armada en el país.
La memoria colectiva y en diálogo nos cuenta el dolor, el sufrimiento y nos muestra las cicatrices de una sociedad marcada por la violencia. Sin embargo, la memoria, aunque cargada de dolor y sufrimiento, es también un faro de luz en medio de la oscura noche.
En contraste y a pesar del dolor y de la necesidad de “volver a pasar por el corazón” situaciones que causaron heridas profundas, la construcción colectiva y organizada de los relatos sirve de hilo narrativo para configurar un gran tejido llamado verdad.
Reconstruir hechos, causas, responsables y cómplices de una guerra sin tregua contribuye a dar sentido a esas vicisitudes violentas que nos han marcado en lo colectivo y lo individual, lo familiar y comunitario.
Este espacio nombrado In memoriam y que realizamos cada año desde 2017, se pretende como un acto para rendir honores a esas formas de vida comprometidas con los más débiles y vulnerables. Resaltar sus acciones como un legado para las futuras generaciones a través de las voces de quienes compartieron con los defensores de derechos humanos que hoy ya no están.
Las voces allí recogidas, los testimonios documentados y llevados a lo audiovisual; las palabras dichas en un escenario ante cientos de personas son el propósito que como premio hemos llevado a cabo, el de honrar la memoria de quienes han dado la vida por la defensa de los derechos humanos contribuyendo a tejer una memoria colectiva. Sin duda sus pasos trazan un camino que debe ser conocido y cultivado como símbolo de esperanza.
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