Debería existir una automática conexión entre Iglesia y derechos humanos en esta Colombia tan afecta a la religión católica y a sus otras derivaciones o sectas, pero, igualmente, tan dada a pisotear los derechos básicos de sus habitantes. Sin embargo, no hay tal.
Nuestra tradición religiosa se ha sustraído soterradamente de la defensa de los derechos humanos de los mismos feligreses que sostienen su templo, cuando no es por omisión, es por acción directa. Recordemos por ejemplo los afectos no disimulados de nuestro clero por la matanza de liberales en tiempos de pájaros y chulavitas. El púlpito puede apaciguar, pero en Colombia ha optado en muchas ocasiones por incendiar.
18 Sep 2017 – 10:30 PM
Escrito por: Beatriz Vanegas Athías
Tomado de: El Espectador